martes, 23 de diciembre de 2014

miércoles, 17 de diciembre de 2014

EL TEATRO COMO TERAPIA PARA SUPERAR LA TIMIDEZ

Las relaciones interpersonales así como la adaptación social en niños y adolescentes son temas muy importantes dentro de su desarrollo evolutivo y su funcionamiento psicológico en los ámbitos familiar, social y escolar. Desde su nacimiento, el individuo está en plena interacción con otras personas y niños/adolescentes (sean familiares o compañeros de clase) y este contacto a su vez estará relacionado con las habilidades sociales adquiridas previamente. Si estas habilidades se adquieren de forma exitosa, harán que el individuo tenga una actitud alegre, sociable y extrovertida; en cambio, si no lo hicieran, su personalidad por lo contrario será más retraída, inhibida e introvertida. En este post me centraré en el segundo rasgo.

Desde el punto de vista psicológico la timidez infantil y juvenil se puede definir como aquellos niños/adolescentes con un patrón de conducta caracterizado por un déficit acusado en las relaciones interpersonales y una tendencia estable y acentuada de escape o evitación del contacto social con otras personas.
Suele aparecer entre la segunda y la tercera infancia (entre los 5 y los 7 años); no obstante, hay etapas en las que el sujeto está más predispuesto y se hace más evidente, como ocurre en la adolescencia.
Es considerada como una emoción social ya que afecta a la persona en cómo se siente, piensa y comporta delante de otras personas.
En el área personal, se siente incómodo, cohibido, asustado, nervioso o inseguro ante los demás. Asimismo, puede ir acompañada de sensaciones corporales como ponerse rojo, temblar, tener náuseas o quedarse sin habla o sin respiración.
En el ámbito cognitivo, se manifiesta por tener pensamientos negativos sobre sí mismos y los demás, distorsionar la percepción de las situaciones vividas y crear expectativas de fracaso anticipando malos resultados en sus interacciones sociales.

Dentro de la timidez, hay dos términos relacionados con ella: la fobia social y el mutismo selectivo.
Por un lado, la fobia social se diferencia de la timidez en que mientras los niños/adolescentes tímidos pueden llegar a controlar su ansiedad e ir abriéndose a determinadas personas según va conociéndolas, los individuos con fobia social les resulta imposible controlar el miedo a estar con otras personas. Se trata de un trastorno de ansiedad.
Por otro lado, el mutismo selectivo es un síntoma de exceso de timidez, en la que el individuo a pesar de que comprende perfectamente el lenguaje y como expresarse con total normalidad, en determinadas situaciones o personas se niega o es incapaz de articular palabra. La distinción entre estos conceptos sería una cuestión de grado de timidez y como el mutismo selectivo interfiere en la capacidad del niño/adolescente para funcionar e interaccionar con otra persona.

Como orientación para los padres, aquí os planteo mis recomendaciones que favorecerán a prevenir y disminuir en la medida de lo posible este rasgo de personalidad: proporcionarle un programa de entrenamiento de habilidades sociales a través de un profesional de la psicología (tanto del área clínica como educativa); ofrecerle oportunidades favorables para que pueda interaccionar y relacionarse socialmente con otros niños/adolescentes y adultos de su entorno; fomentar su autonomía y la responsabilidad; reforzarle y motivarle siempre positivamente (darle confianza y tiempo); ayudarle a confiar en sí mismo mostrándole sus aspectos positivos y nunca compararle con otro familiar/persona. También enseñarle a cambiar sus pensamientos negativos por unos positivos sobre sí mismo; apuntarle a alguna actividad extraescolar que se le dé bien y en la que pueda destacar y sobresalir ya que le ayudará a aumentar su autoestima; y la más importante: entender, comprender y empatizar con él sin enfado ni forzándole a que sea más abierto en situaciones nuevas, entendiendo todos que se trata de una situación normal que le sucede a mucha gente. El niño/adolescente debe saber que siempre que lo necesite puede contar con vuestro conocimiento, comprensión y apoyo incondicional.

A continuación, me gustaría proponer y recomendar una actividad que puede beneficiar al niño/adolescente tímido: el teatro. Esta actividad actuará como terapia natural para él porque le ayudará a superar la timidez, avanzar hacia ella y al mismo tiempo se divertirá.
Entre sus ventajas y consecuencias positivas, destacaría las siguientes:
·Dominar la expresión y a comunicarse con los demás, tanto con el lenguaje como con la comunicación no verbal: control del tono y el ritmo al hablar, la expresión facial y corporal, la postura de nuestro cuerpo, los gestos… Todo esto facilitará el proceso de sociabilización para futuras relaciones sociales e interpersonales.
·  Fomentar un aumento en su autoestima. Al realizar una actividad que gusta y motiva, eso le permitirá expresarse con mayor seguridad y ser más creativos, haciendo que la seguridad y la confianza con uno mismo sea cada vez mayor.
· Aprender a trabajar en equipo. Todos los miembros tienen una afición común y poseen los mismos objetivos, intereses y finalidad: representar la obra final. Por ello, esta actividad favorecerá la cooperación, cohesión, convivencia e integración de formar parte de un grupo.
· Control y conocimiento de las emociones. Representar e interpretar un papel requiere cierta empatía ya que la persona tiene que meterse en la piel del personaje, comprendiendo su personalidad y viviendo sus experiencias a través de sus emociones. Éstas se pueden desarrollar a través de las suyas propias para reproducirlas después en la obra. Esto le ayudará a conocer y comprender sus propios sentimientos y a desarrollar la capacidad de la empatía.
·Responsabilidad y constancia del trabajo. Al pertenecer a un grupo de teatro,  debe esforzarse en aprenderse el papel, ayudar a otros en caso de bloqueo o quedarse en blanco el día de la representación y representarlo lo mejor posible, para su propio disfrute y el del público. Este éxito siempre vendrá acompañado de una motivación extrínseca positiva.
· Perder el miedo escénico (en caso que lo sufriera) y disminución de la ansiedad.
· Descubrir nuevas facetas de su personalidad que hasta la fecha desconocía o potenciar los rasgos positivos que posee.
· Conseguir unos recursos y habilidades que puede usar en su vida cotidiana y mejorar así su calidad de vida.
·Desarrollar capacidades: hablar y exponer en público, escucha activa con uno mismo, creatividad, imaginación, fantasía, empatía y sensibilidad.
·Crear nuevos personajes. Al interpretar a unos personajes con diferente personalidad a la suya, le beneficiarán a conocer estos nuevos rasgos. Este punto es importante saber que la interpretación de ese personaje no le convierte en él, pero puede usar las herramientas que empleo en ella para determinadas situaciones sociales donde se ha sentido cohibido.
Así pues, para realizar esta actividad recomiendo que se apunte a un grupo de teatro amateur, y si al principio sintiera que no se atreve a representar ningún papel, que se encargue de realizar pequeñas tareas como: subir/bajar telón, ayudar con los decorados y vestuarios, hacer de apuntador, técnico de iluminación y sonido… Así verá que forma parte del grupo y comenzará a sentirse más integrado en él. Al paso de un tiempo, adquirirá una mayor confianza y seguridad en sí mismo, siendo muy probable que en la siguiente función quiera participar representando un pequeño papel e ir aumentándolo si es posible, en futuras obras.

A modo de conclusión hay que saber que este rasgo de personalidad se puede dividir en varios grados, dependiendo a su vez del caso y las causas que lo originaron como de la edad presente del niño/adolescente y la etapa que esté atravesando en su desarrollo. Dichos grados se pueden medir entre lo normal y lo patológico. Cabría entender que algo de timidez es considerada normal. Todos nos hemos sentido o sido tímidos en algún momento de nuestra vida. Muchas veces resulta beneficioso ya que podemos reaccionar con mucha más intensidad hacia otras personas y analizar precavidamente situaciones desconocidas antes de interactuar. No obstante, cuando este rasgo perpetúa en el tiempo, dificultando en la dinámica normal del individuo, interfiriendo en sus relaciones sociales y afectando a su desarrollo personal así como al éxito académico, es cuando esta timidez es considerada como patológica. En estos casos cabría buscar ayuda de un profesional del campo de la psicología (tanto del área de clínica como educativa). Durante este proceso es muy importante contar también con la participación y colaboración de la familia, profesorado y amigos, proporcionándole siempre toda la motivación y apoyo que sea posible (escucha activa, alabanzas sociales y verbales, gestos de cariño y abrazos, no darles la espalda ante cualquier problema y no compararles con otro familiar/amigo).