Las
relaciones interpersonales así como la adaptación social en niños y
adolescentes son temas muy importantes dentro de su desarrollo evolutivo y su
funcionamiento psicológico en los ámbitos familiar, social y escolar. Desde su
nacimiento, el individuo está en plena interacción con otras personas y niños/adolescentes
(sean familiares o compañeros de clase) y este contacto a su vez estará relacionado
con las habilidades sociales adquiridas previamente. Si estas habilidades se
adquieren de forma exitosa, harán que el individuo tenga una actitud alegre,
sociable y extrovertida; en cambio, si no lo hicieran, su personalidad por lo
contrario será más retraída, inhibida e introvertida. En este post me centraré
en el segundo rasgo.
Desde el punto de vista psicológico la timidez infantil y juvenil se puede definir como aquellos
niños/adolescentes con un patrón de conducta caracterizado por un déficit
acusado en las relaciones interpersonales y una tendencia estable y acentuada
de escape o evitación del contacto social con otras personas.
Suele aparecer
entre la segunda y la tercera infancia (entre los 5 y los 7 años); no obstante,
hay etapas en las que el sujeto está más predispuesto y se hace más evidente,
como ocurre en la adolescencia.
Es considerada como
una emoción social ya que afecta a la persona en cómo se siente, piensa y
comporta delante de otras personas.
En el área
personal, se siente incómodo, cohibido, asustado, nervioso o inseguro ante los
demás. Asimismo, puede ir acompañada de sensaciones corporales como ponerse
rojo, temblar, tener náuseas o quedarse sin habla o sin respiración.
En el ámbito
cognitivo, se manifiesta por tener pensamientos negativos sobre sí mismos y los
demás, distorsionar la percepción de las situaciones vividas y crear expectativas
de fracaso anticipando malos resultados en sus interacciones sociales.
Dentro de la timidez, hay dos términos relacionados con
ella: la fobia social y el mutismo selectivo.
Por un lado, la fobia
social se diferencia de la timidez en que mientras los niños/adolescentes
tímidos pueden llegar a controlar su ansiedad e ir abriéndose a determinadas
personas según va conociéndolas, los individuos con fobia social les resulta
imposible controlar el miedo a estar con otras personas. Se trata de un
trastorno de ansiedad.
Por otro lado, el mutismo
selectivo es un síntoma de exceso de timidez, en la que el individuo a
pesar de que comprende perfectamente el lenguaje y como expresarse con total
normalidad, en determinadas situaciones o personas se niega o es incapaz de
articular palabra. La distinción entre estos conceptos sería una cuestión de
grado de timidez y como el mutismo selectivo interfiere en la capacidad del
niño/adolescente para funcionar e interaccionar con otra persona.
Como orientación para los padres, aquí os planteo mis recomendaciones que favorecerán a prevenir
y disminuir en la medida de lo posible este rasgo de personalidad: proporcionarle
un programa de entrenamiento de habilidades sociales a través de un profesional
de la psicología (tanto del área clínica como educativa); ofrecerle
oportunidades favorables para que pueda interaccionar y relacionarse
socialmente con otros niños/adolescentes y adultos de su entorno; fomentar su
autonomía y la responsabilidad; reforzarle y motivarle siempre positivamente
(darle confianza y tiempo); ayudarle a confiar en sí mismo mostrándole sus
aspectos positivos y nunca compararle con otro familiar/persona. También
enseñarle a cambiar sus pensamientos negativos por unos positivos sobre sí
mismo; apuntarle a alguna actividad extraescolar que se le dé bien y en la que
pueda destacar y sobresalir ya que le ayudará a aumentar su autoestima; y la
más importante: entender, comprender y empatizar con él sin enfado ni forzándole
a que sea más abierto en situaciones nuevas, entendiendo todos que se trata de una
situación normal que le sucede a mucha gente. El niño/adolescente debe saber
que siempre que lo necesite puede contar con vuestro conocimiento, comprensión
y apoyo incondicional.
A continuación, me gustaría proponer y recomendar una
actividad que puede beneficiar al niño/adolescente tímido: el teatro. Esta actividad actuará como
terapia natural para él porque le ayudará a superar la timidez, avanzar hacia
ella y al mismo tiempo se divertirá.
Entre sus ventajas y consecuencias positivas, destacaría las
siguientes:
·Dominar la expresión y a comunicarse con los demás, tanto
con el lenguaje como con la comunicación no verbal: control del tono y el ritmo
al hablar, la expresión facial y corporal, la postura de nuestro cuerpo, los
gestos… Todo esto facilitará el proceso de sociabilización para futuras
relaciones sociales e interpersonales.
· Fomentar un aumento en su autoestima. Al realizar una
actividad que gusta y motiva, eso le permitirá expresarse con mayor seguridad y
ser más creativos, haciendo que la seguridad y la confianza con uno mismo sea cada
vez mayor.
· Aprender a trabajar en equipo. Todos los miembros tienen una
afición común y poseen los mismos objetivos, intereses y finalidad: representar
la obra final. Por ello, esta actividad favorecerá la cooperación, cohesión, convivencia
e integración de formar parte de un grupo.
· Control y conocimiento de las emociones. Representar e
interpretar un papel requiere cierta empatía ya que la persona tiene que
meterse en la piel del personaje, comprendiendo su personalidad y viviendo sus
experiencias a través de sus emociones. Éstas se pueden desarrollar a través de
las suyas propias para reproducirlas después en la obra. Esto le ayudará a
conocer y comprender sus propios sentimientos y a desarrollar la capacidad de
la empatía.
·Responsabilidad y constancia del trabajo. Al pertenecer a un
grupo de teatro, debe esforzarse en
aprenderse el papel, ayudar a otros en caso de bloqueo o quedarse en blanco el
día de la representación y representarlo lo mejor posible, para su propio
disfrute y el del público. Este éxito siempre vendrá acompañado de una
motivación extrínseca positiva.
· Perder el miedo escénico (en caso que lo sufriera) y disminución
de la ansiedad.
· Descubrir nuevas facetas de su personalidad que hasta la
fecha desconocía o potenciar los rasgos positivos que posee.
· Conseguir unos recursos y habilidades que puede usar en su
vida cotidiana y mejorar así su calidad de vida.
·Desarrollar capacidades: hablar y exponer en público, escucha
activa con uno mismo, creatividad, imaginación, fantasía, empatía y
sensibilidad.
·Crear nuevos personajes. Al interpretar a unos personajes
con diferente personalidad a la suya, le beneficiarán a conocer estos nuevos rasgos.
Este punto es importante saber que la interpretación de ese personaje no le
convierte en él, pero puede usar las herramientas que empleo en ella para
determinadas situaciones sociales donde se ha sentido cohibido.
Así pues, para realizar esta actividad recomiendo que se
apunte a un grupo de teatro amateur, y si al principio sintiera que no se
atreve a representar ningún papel, que se encargue de realizar pequeñas tareas
como: subir/bajar telón, ayudar con los decorados y vestuarios, hacer de apuntador, técnico de iluminación y sonido… Así verá que forma parte del grupo
y comenzará a sentirse más integrado en él. Al paso de un tiempo, adquirirá una
mayor confianza y seguridad en sí mismo, siendo muy probable que en la siguiente
función quiera participar representando un pequeño papel e ir aumentándolo si
es posible, en futuras obras.
A modo de conclusión hay que saber que este rasgo de personalidad se puede dividir en
varios grados, dependiendo a su vez del caso y las causas que lo originaron como de la edad presente del
niño/adolescente y la etapa que esté atravesando en su desarrollo. Dichos grados se pueden medir entre lo normal y lo patológico. Cabría entender que algo de timidez es considerada normal. Todos nos hemos sentido o sido tímidos en algún momento de nuestra vida. Muchas veces resulta beneficioso ya que podemos reaccionar con mucha más intensidad hacia otras personas y analizar precavidamente situaciones desconocidas antes de interactuar. No obstante, cuando este rasgo perpetúa en el tiempo, dificultando
en la dinámica normal del individuo, interfiriendo en sus relaciones sociales y
afectando a su desarrollo personal así como al éxito académico, es cuando esta
timidez es considerada como patológica. En estos casos cabría buscar ayuda de
un profesional del campo de la psicología (tanto del área de clínica como
educativa). Durante este proceso es muy importante contar también con la participación
y colaboración de la familia, profesorado y amigos, proporcionándole siempre
toda la motivación y apoyo que sea posible (escucha activa, alabanzas sociales
y verbales, gestos de cariño y abrazos, no darles la espalda ante cualquier
problema y no compararles con otro familiar/amigo).
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